domingo, 25 de septiembre de 2016

El desfile de Gucci 
Todo, absolutamente todo, es susceptible de ser mirado bajo la lente de Michele. En el desfile de hoy había pantalones brocados de campana de los 70´s, un traje de chaqueta de cuero rojo con hombros XXL de los 80´s, una cazadora vaquera llena de pinchos incontestablemente punk, varios sombreros napoleónicos… Es decir, la visión de Alessandro Michele es tan personal, tan potente y tan rica que es más fuerte que cualquier referencia estética. Por eso, en sus colecciones es imposible adivinar una huella concreta: todas las huellas del mundo se ponen al servicio de la opulencia hipercolorista e hipersurrealista. El nombre de la colección, Linternas mágicas, lo confirma. Cada look es un espejo que distorsiona cualquier inspiración reconocible en favor de esta metaestética superior. 
Gucci


Los accesorios son más importantes que nunca. Ya no se trata de un nuevo modelo del Dionysus o de una entrega más de los mocasines peludos; se trata de los pay pays de inspiración indochina, de las plataformas de varios (muchos) centímetros de altura; de los sombreros y tocados estrafalarios, como sacados de una película de Tim Burton… Los complementos son aún más extravagantes, más locos que nunca –la teatralidad no es un recurso efectista, es la esencia del propio Michele–, pero estos camuflan otros que se intuyen ya como los auténticos best sellers. ¿De verdad no te has fijado en el bolsito lady con la inscripción ‘future’, en los turbantes metalizados o en las medias de color nude con lacitos diminutos negros? Detrás de la locura están los hits.
Gucci
Cuando la nota de prensa de un desfile empieza con una cita de Vladimir Nabokov, definitivamente no es como los demás; cuando en esa misma nota de prensa se mezclan términos y expresiones como ‘enfoque archipelágico’, ‘intencionadamente asistemático’ o ‘espejos distorsionantes’, insistimos, ése desfile no es como los demás. Pero, además, en Michele ninguna de las expresiones anteriormente transcritas son gratuitas, forzadas o tienen el menor atisbo de esnobismo. En el caso del director creativo de Gucci son sintagmas precisos y pertinentes para definir una manera de sentir y de estar en el mundo. No se trata de ropa, se trata de amar la belleza por encima de todas las cosas.

    La música del desfile ha sido simplemente un arreglo sobre el que se oía una locución de Florence Welch leyendo Songs of Innocence and Experience, de William Blake“Para ver un mundo en un grano de arena y un paraíso en una flor silvestre, sostén el infinito en la palma de la mano y la eternidad en una hora”. Puedes llorar un poco ahora.
Gucci


   Gucci sigue siendo una historia de exceso a la europea, sus looks son la opulencia personificada pero Michele, quizá anticipándose al momento en que dicha opulencia se agote (porque, queridas groupies de Gucci: esto va a ocurrir),también ha incluido de manera discreta looks depurados, sin complementos locos, con un maquillaje discreto y con una desnudez y una falta de artificialidad pasmosa tratándose de él, como ese vestido azul Klein asimétrico o el esmoquin clásico. Quizá un globo sonda para testar hipotéticos nuevos caminos de cara a un futuro no demasiado lejano.
Gucci
En medio de todo este festín de colores, de estampados, de accesorios que son precisamente eso, accesorios, siempre está la tristeza. Como en ese vestido largo cuajado de flores de mil colores en cuyo cinturón está bordada la palabra ‘cemetery’. La belleza y la decrepitud son las dos caras de la misma moneda, pero en Michele esa cercanía no es tenebrosa ni oscura, sino que es deliciosa, delicada y natural.

    Inmediatamente después del desfile, en la cuenta de Instagram de Gucci, como en temporadas anteriores, se van subiendo detalles de algunos looks acompañadas de frases de Alessandro Michele, como la que sigue: “El color es el alma de la moda, si cambias el color de un vestido, cambias el vestido. El color y la dimensión lo transforman en una ilusión”. La visión en clave millennial, su espíritu en 360º, la estética decimonónica, fantasmagórica y mágica en el mismo plano que la inmediatez y la viralidad más prosaica.
Gucci
Hay looks de alfombra roja. Y no uno, sino varios. Porque los estetas, por muy románticos y proclives que sean a sufrir continuos síndromes de Stendhal, no se olvidan dee esa poderosa herramienta de marketing que son lascelebrities. Michele tiene un cuerpo para el placer y una mente para los negocios.

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